viernes, 25 de noviembre de 2011

PsycoKillers!

Ted Bundy, El asesino atractivo



Ted Bundy era un hombre inteligente y atractivo, un seductor irresistible. Cada mes recibía cientos de cartas de amor repletas de piropos, proposiciones indecentes y besos pintados con carmín sobre el papel. Ese envidiable correo le era remitido a la prisión de Starke, en Florida, donde permaneció recluido hasta que el 24 de enero de 1989 fue ejecutado en la silla eléctrica. Era su castigo por haber matado sádicamente a más de 30 bellas muchachas.

Acaso el asesino en serie más famoso de la historia, Bundy ejercía sobre el público una fascinación casi obscena. La audiencia devoraba con glotonería cada una de sus palabras. Esperaban resolver el enigma de por qué un WASP arquetípico había elegido trazar semejante laberinto de sangre.
Porque Bundy, nacido en 1946 y antiguo boy scout, no encajaba en el perfil macabro del psicópata. Licenciado Psicología, se había involucrado en política y se le consideraba como una joven promesa del Partido Republicano. Bundy era además un ‘gentilhomme charmant’, un joven guapo y jovial con facilidad de palabra. Aquella máscara escondía a un monstruo despiadado.
Para cometer sus crímenes, Bundy apelaba a la bondad de sus víctimas. Paseaba por los campus universitarios con muletas o con el brazo en cabestrillo, y dejaba que sus libros se cayeran al suelo a la vista de alguna chica. Ellas no podían negarle ayuda a un sujeto que inspiraba confianza y ternura, y le acompañaban hasta su coche. Entonces Bundy las golpeaba con una palanca e iniciaba la pesadilla.


Más de una treintena de brutales crímenes
Las autoridades policiales jamás pudieron determinar el número exacto de mujeres que sucumbieron a las atrocidades de Bundy en los 70. Ese secreto se lo llevó a la tumba, aunque confesó cerca de treinta asesinatos, siempre demujeres con larga melena peinada con raya al medio. Ese era el ‘look’ de Stephanie Brooks, el primer amor de un Bundy con el que que rompería tras un año de relación.
Los expedientes de aquellos casos evidenciaban escabrosas violaciones, descuartizamientos y prácticas necrófilas. Cuando todavía vivía en Washington, Bundy se deshacía de los cadáveres en los frondosos bosques a las afueras de Seattle. Sin embargo, regresaba a la escena del crimen con frecuenciaenfermiza. Pudo comprobarse que en ocasiones se llevaba a casa cabezas decapitadas para aplicarles maquillaje.
El ímpetu homicida de Bundy se cobraría víctimas no sólo en Washington, sino también en Oregón, Utah, Idaho, Colorado y Florida. Desafortunadamente, nadie era capaz de conectar los sucesos entre sí. Hasta que a Bundy le abandonó la suerte.
Muchos Estados solicitaron su extradición, pero el primer juicio tendría lugar en Florida. Bundy había despedido a sus abogados y obtuvo permiso para defenderse a sí mismo y protagonizar ante el tribunal un lamentable espectáculo ‘made in America’. Él mismo interrogaba a los testigos pidiendo que recordaran lo sucedido, y paladeaba con regocijo cada detalle de la experiencia revivida.
Quedó tan claro como nunca que Bundy era un perturbado. Pero su presencia, hipnótica y morbosa, atraía a decenas de ‘groupies’. El esperpento judicial alcanzó su cima cuando Bundy, aprovechando una vieja ley que permitía contraer matrimonio estando bajo juramento, se casó en plena sesión del tribunal con una admiradora llamada Carole Ann Boone. El fruto de las visitas conyugales (frecuentes hasta su separación en 1986) fue una hija que permanece actualmente en el más estricto anonimato.
Espeluznantes historias de amor aparte, Bundy fue condenado a muerte en 1980, una sentencia que su madre lamentaba: “Mi educación cristiana me dice que arrebatar la vida del prójimo es deleznable bajo cualquier circunstancia. Y no creo que el Estado de Florida esté por encima de las leyes de Dios”. Louisetodavía confiaba en la inocencia de su hijo, que no le confesó la verdad hasta la noche antes de su ejecucion. 


Garavito, el monstruo que asesino a 172 niños

Uno de los asesinos en serie más prolíficos del mundo y que aún sigue vivo.

“Personalmente pienso como decía el apóstol San Pablo en ‘Romanos’, capítulo 7, versículo 15, porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Aparezco como un ser diabólico, despiadado y malvado pero eso no es así, soy un ser humano que sufrí terriblemente y sigo sufriendo…” Luis Alfredo Garavito en su confesión.
Luis Alfredo Garavito Cubillos nació en Génova, Quindío (Colombia), el 25 de enero de 1957. Es el mayor de siete hermanos y durante su infancia vivió la falta de afecto y el maltrato físico por parte de su padre. Según su testimonio fue víctima de abusos sexuales por dos vecinos.
A Garavito le gustaban los niños y era muy cariñoso con ellos. Pero al alcoholizarse su violencia afloraba y se convertía en un monstruo. Golpeaba a las dos mujeres con las que convivió en diferentes momentos, pero, curiosamente, nunca le pegó a los dos hijos que cada una de ellas tenía, y que eran fruto de otras relaciones.
Sobre eso, Garavito alguna vez escribió:
“Siempre desde niño tuve muchas frustraciones, todo me salía mal, yo fui un hombre bueno, sufría y me daba mucho dolor cuando los demás sufrían. Había algo que me acontecía, no sé, que repasaba era algo extraño que me obligaba a ser esto y embriagarme y cuando volvía a mi estado normal yo sufría terriblemente porque yo a nadie le podía contar qué era lo que me pasaba, que era algo extraño y terrible; mas nunca me metí con los hijos de mis amigos y de la gente que era buena conmigo, yo los respetaba, antes los aconsejaba al bien, los veía como si fueran mis propios hijos, mas la señora que compartió el techo conmigo al hijo de ella yo lo quería como si fuese un hijo mío, nunca lo irrespeté ni con mi pensamiento”.
Llegó a recorrer cinco veces todo el país, viajaba sin rumbo fijo. Visitó sesenta y nueve municipios, en treinta y tres de los cuáles cometería sus crímenes. Llegó a inventar dos Fundaciones, una para ancianos y otra para menores, que le permitían dar charlas en escuelas y en otros lugares en donde podía estar cerca de niños.
También empezó su afición por los disfraces. En repetidas ocasiones se hizo pasar por vendedor ambulante, monje, indigente, discapacitado y representante de fundaciones ficticias en favor de niños y ancianos. Usaba además sobrenombres y alias; era conocido como “Alfredo Salazar”, “El Loco”, “Tribilín”, “Conflicto” y “El Cura”. A lo largo de su vida, el aspecto físico de Garavito fue siempre cambiante.
En 1992 inició su carrera criminal. Su modus operandi era siempre el mismo. Primero recorría el lugar e identificaba su objetivo. Escogía campesinos, escolares, trabajadores. Le gustaba que fueran agradables físicamente. Garavito abordaba a los niños que llamaban su atención en parques infantiles, canchas deportivas, terminales de autobuses, mercados y barrios marginales.
Sus objetivos eran chicos de entre seis y dieciséis años, de bajo nivel socioeconómico. Tras entablar conversación con ellos, les ofrecía dinero y los invitaba a caminar. Cuando los niños se cansaban, Garavito se bebía una botella de alguna bebida alcohólica, casi siempre brandy, y una vez alcoholizado, atacaba a los niños en sitios despoblados.
Primero los amarraba; una vez hecho esto, se dedicaba a golpearlos: les pateaba el estómago, el pecho, la espalda y la cara; les rompía las manos a pisotones; les daba puñetazos en los riñones; y les saltaba encima para romperles las costillas. Luego sacaba un cuchillo y un desatornillador, y los mutilaba. Amputaba dedos y manos, sacaba ojos, cercenaba orejas. A otros, además, los violaba. Una vez terminado el tratamiento, los degollaba con un cuchillo.
Luego sacaba una libreta y anotaba: fecha, lugar y rayitas; una raya por cada niño muerto. En su casa, que ya sólo utilizaba de guarida, escondía los recortes de periódicos que hablaban de los niños que desaparecían, las pesquisas policiales que nunca lograban desvelar lo ocurrido y el drama de las familias. También un calendario de pared o almanaque, donde iba señalando las fechas de sus crímenes.
Garavito fue sumando cadáveres. Tan sólo en 1997, la policía encontró treinta y seis cadáveres putrefactos de niños en las afueras de la ciudad de Pereira. Sólo en ese momento se abrió una investigación. Las explicaciones policiales indicaban varias líneas: sectas satánicas, tráfico de órganos y prostitución infantil. Unas de sus víctimas fueron los gemelos Tascón, a quienes torturó, violó y asesinó juntos, de la misma manera.
Mediante el cruce de información entre los diferentes equipos policiales, se estableció que una de las fotografías del álbum con el nombre de “Bonifacio Morera Lizcano” correspondía en realidad a Luis Alfredo Garavito Cubillos, persona sobre quien pesaba una orden de captura de la Fiscalía 17 Especializada de Tunja por el homicidio de un niño de 12 años de edad.
El 22 de abril de 1999, miembros del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía capturaron in fraganti a Garavito en Villavicencio, en los momentos en que intentaba agredir sexualmente a un menor.
Pese a que Garavito dio un nombre falso, la policía lo identificó gracias a sus huellas digitales. Lo interrogaron durante horas; cuando se vio acorralado por el fiscal que le interrogaba, Luis Alfredo Garavito cayó de rodillas, soltó el llanto, pidió perdón por lo que había hecho y dijo que iba a confesar.
Sacó su pequeña libreta negra y detalló, uno a uno, todos sus crímenes. Por ejemplo, el ocho de junio de 1996, en Tunja, había una raya. Esa anotación correspondía a Ronald Delgado Quintero, una de sus víctimas.
.La libreta ayudaba a Garavito a recordar a los muertos; era el recuento de sus andanzas. Cuatro de los asesinatos los había cometido en Ecuador.
Confesó ser el responsable no sólo de la muerte del menor hallado en Tunja, sino también de los tres niños de Génova y lo peor: de otros 172 crímenes cometidos contra niños y adolescentes en once departamentos del país y en el extranjero, entre 1992 y 1998. Garavito se convertía así en el segundo asesino en serie más prolífico de la historia contemporánea.
Garavito fue juzgado por 172 asesinatos. Era la primera vez que un asesino en serie sudamericano acumulaba tantos cargos de homicidio. De todos ellos, Garavito recibió 138 fallos condenatorios; 32 casos quedaron pendientes, uno en apelación y uno esperando sentencia. La suma de las condenas era de 1.853 años y nueve días.
En una entrevista concedida al periodista Guillermo Prieto Larrotta “Pirry” y transmitida por el canal Colombiano RCN el 11 de junio de 2006, Garavito negó haber violado a sus víctimas; en este mismo trabajo periodístico dicho asesino aseguraba que había cometido los crímenes por supuestas órdenes del diablo. Anunciaba además que había sido ordenado Pastor de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia (Iglesia Unitaria) y que aspiraba, algún día, a tener una curul en el Congreso de Colombia… ¡para defender los derechos de los niños!
La pena máxima en Colombia es de 60 años, y por colaborar en la recuperación de los cuerpos y por buena conducta le disminuirían la condena a 12-16 años.
A raíz de este caso, se adelantó una propuesta para convocar a un referendo de enmienda a la constitución colombiana para permitir la instauración de la cadena perpetua para violadores, secuestradores e infanticidas. Garavito estuvo a punto de ser puesto en libertad en 2010, pero la presión de la opinión pública a raíz de la entrevista que le hizo “Pirry” logró que se abriera un nuevo proceso por otro crimen, lo que dio como resultado una condena de veintitrés años más. Al saberlo, Garavito intentó suicidarse golpeándose la cabeza contra las rejas de su celda.
En la actualidad Garavito está recluido en el Penal de Máxima Seguridad de Valledupar, en el norte de Colombia, una de las cárceles más seguras del país. Dado que es un infanticida, se encuentra aislado de la población carcelaria y goza de atenciones especiales, entre ellas el derecho a utilizar el teléfono hasta por cuatro horas, siendo que los demás reos sólo pueden hacerlo veinte minutos. Esto lo ha logrado manipulando a la administración del penal con sus repetidos intentos de suicidio.
Actualmente tiene el dudoso honor de ser el segundo asesino en serie de los últimos 20 años, con más victimas de la historias  tras violar, torturar y asesinar a 172 niños.


H.H. Holmes El asesino que construyo una autentica mansion de horror

“Nací con el maligno como mi patrón a un lado de la cama cuando vine al mundo y ha estado conmigo desde entonces…”.      H. H. Holmes

Herman Webster Mudgett, también conocido  de H.H. Holmes, o Dr. Holmes  fue uno de los primeros asesinos en serie de Norteamérica. Capturó, torturó y asesinó a unos doscientos huéspedes en su hotel-trampa de Chicago, un lugar que se le llegó a conocer con el nombre de “The Murder Castle”, el castillo de la muerte.                                                                                                                Su oscura mente ideó una mansión llena de trampas propia de una retorcida novela de terror.
Holmes nació en 1861, en el seno de una honrada y muy puritana familia de New Hampshire. De pequeño padeció del abuso de los demás niños por ser solitario. El mismo Holmes contó que una vez los chicos lo forzaron a ver y tocar un esqueleto humano. Tras lo cual nació en el la fascinación por los cadáveres y la muerte que lo llevó posteriormente a estudiar medicina.
Pronto comenzó a robar cadáveres de la universidad con un doble fin,  usar los cuerpos para experimentar y defraudar a los seguros, ya que previamente los aseguraba con nombres falsos. También comenzó a vender una supuesta cura contra el alcoholismo.
Para construir su castillo, Holmes recurrió a varias empresas, a las que siempre ponía toda clase de excusas para no pagar, y se acababan marchando sin haber cobrado ni terminado su trabajo.  De esa manera, Holmes  era el único que conocía detalladamente un edificio cuyo extraño diseño, obra de él mismo, habría podido impresionar a más de uno.
El “castillo Holmes” fue terminado en 1892 y la exposición de Chicago abrió sus puertas el 1 de mayo de 1893. Durante los seis meses que duró, la fábrica de matar del Dr. Holmes estuvo a pleno rendimiento por la cantidad de visitas que recibía la ciudad. El verdugo escogía a sus “clientas” con mucha precaución. Tenían que ser ricas, jóvenes, guapas, estar solas y, para evitar las visitas inoportunas de amigos o familiares, su domicilio tenía que estar situado en un estado lo más alejado posible de Chicago.
La planta baja estaba conformada por negocios y era relativamente normal, sin embargo sus sótanos y pisos superiores estaban plagados de cientos de trampas, escaleras que no llevaban a ningún lado, habitaciones secretas, puertas correderas, laberintos y pasillos secretos desde los cuales, por unas ventanillas visuales disimuladas en las paredes, el doctor podía observar a escondidas el vaivén de sus clientes y sobre todo de “sus clientas”.Disimulada bajo el entarimado, una instalación eléctrica perfeccionada le permitía por otra parte seguir en un panel indicador instalado en su despacho el menor desplazamiento de sus futuras víctimas. Con sólo abrir unos grifos de gas, podía finalmente, sin desplazarse, asfixiar a los ocupantes de unas cuantas habitaciones.
Utilizando la gran variedad de máquinas de tortura y habitaciones “especiales” que su mansión poseía algunos de sus “juegos” más pervertidos se basaban en atar a sus victimas colgando de los brazos y bajarlas lentamente a un pozo lleno con ácido; o encadenarlas a una prensa rotatoria que lentamente iba triturando sus huesos. También era normal también que practicara “autopsias” o desollara a la persona estando ésta aun con vida.
Tras un escandaloso juicio en 1896, y con 35 años, fue condenado a muerte por el tribunal de Filadelfia y el 7 de mayo del mismo año fue colgado. Al estar mal colocada la soga, su cuello no se rompió instantáneamente, provocando una dolorosa agonía durante 15 minutos.
Para evitar que su cuerpo fuera mutilado o robado el mismo Holmes pidió que fuera enterrado en un ataúd lleno de cemento. De hecho hubo guardias presentes durante su entierro en una fosa del doble de profundidad igualmente rellenada con cemento y sin lápida que identificara su lugar. Los abogados de Holmes rechazaron una oferta de $15,000 dólares que un instituto médico les ofreció por el cerebro de uno de los primeros asesinos en serie  de la historia de Norteamérica.


Jeffrey Dahmer ¨El carnicero de Milwakee¨

Psicópata, necrófilo y necrófago…

Jeffrey Lionel Dahmer, más conocido como el carnicero de Milwaukee fue uno de los asesinos en serie más populares del siglo pasado, y no lo fue por la cantidad de víctimas que asesinó, si no por el grado de crueldad y el modo despiadado con el que acabó con ellas. Psicópata, necrófago y necrófilo, ésta es su triste historia.
Dahmer nació en mayo de 1960 en Milwaukee (Wisconsin), y siendo la excepción de la regla, los primeros años de su infancia transcurrieron en un ambiente familiar de lo más normal y feliz. Jeff era un niño simpático y cariñoso hasta que, a punto de cumplir los siete años, fue operado de una hernia y todo su mundo 
Con 18 años, la situación familiar ha cambiado, sus padres están a punto de divorciarse y Jeff, que desde hace un tiempo se refugia también en el alcohol y las drogas, decide dar un paso más y poner en práctica lo que tantas veces ha imaginado. Recoge a un autoestopista, Steven Hicks, y lo lleva a casa de sus padres que pasaban unos días fuera, allí se emborrachan y se acuestan juntos, a la mañana siguiente, cuando Hicks le dice que se tiene que marchan, Dahmer lo mata. Más tarde confesaría que mataba a sus amantes para que no lo abandonaran, una muestra de su hedonismo controlador. Jeffrey lo mató destrozándole la cabeza con la barra de unas pesas, más tarde cortó el cadáver en trozos con un cuchillo de caza, lo metió en bolsas de plástico y lo enterró en un bosque cercano.
Pasaron varios años hasta que la segunda víctima cayó en sus manos, era el año 1987. En un bar de homosexuales conoció a Steven Toumi, los dos fueron a un hotel de las afueras y cuando Jeff se despertó, encontró a Toumi muerto a su lado. No recordaba haberlo matado, pero tenía la boca llena de sangre. Metió el cuerpo en una maleta y lo llevó al sótano de la casa de su abuela, donde vivía en aquella época. Allí, lo descuartizó y lo tiró a la basura, no sin antes copular con él.
Continuaron los asesinatos… tras su cuarta víctima decidió mudarse a una casa propia para poder actuar con más libertad y que su abuela no se diese cuenta de lo que sucedía.
En 1988, Jeff pagó un dinero a un joven asiático, Kyson sinthasomphone,  para que posara para unas fotos. Le drogó, pero lo dejó escapar con vida y sin tener relaciones con él. Los padres del chico, tras llevarlo al hospital, denunciaron a Dahmer que fue arrestado abusos a un menor.
Su siguiente víctima fue Anthony Sears, un modelo de 24 años. Como acostumbraba, lo drogó, lo estranguló y más tarde lo descuartizó. Para salir un poco de la monotonía, se quedó con su cabeza, que tras hervirla y separar la carne del hueso, pintó con pintura gris y se la guardó en su armario de los trofeos.
Le llegó la condena por los abusos al joven asiático, cinco años de libertad condicional. Volvió a casa de su abuela, aunque esto no fue suficiente motivo para que sus asesinatos cesaran, tras un breve periodo volvió a mudarse a un apartamento. En los siguientes quince meses, hasta que fue detenido, mató a otros doce hombres. En esta época se aficionó también a la necrofagia, cortando largas tiras de carne para comérselas o bien mordisqueando los cuerpos, de todo esto tomó numerosas fotografías.
Su colección de calaveras iba en aumento. Cuando descuartizaba a los cuerpos, lo que el gustaba lo guardaba en el congelador y lo que no lo disolvía en un enorme bidón con ácido. Dahmer no estaba interesado en la muerte o el dolor que podía causar a sus víctimas, a él lo que le atraía era el destino que podía darles a los cuerpos de sus víctimas. A veces dormía con los cadáveres a su lado, el quería que sus amantes siempre estuvieran con él.
Con algunos de ellos hizo prácticas de lobotomía, con un taladro hacía perforaciones en su cráneo, por donde luego introducía productos químicos como ácidos. Casi todos morían al instante, pero Dahmer juró que uno de sus zombies vivió tres días.
En 1991 la policía encontró a un hombre  negro vagando por la calle en estado de shock, con unas esposas colgando de sus muñecas, era Tracy Edwards, que había conseguido escapar sin saber muy bien como de las garras de Jeffrey. Este hombre llevó a los agentes hasta la casa de donde había escapado, y allí hicieron un descubrimiento de lo más macabro y escalofriante.
El apartamento apestaba, lo primero que encontró la policía fue su colección de polaroids, con cuerpos abiertos en canal y descuartizados. En la nevera encontraron una cabeza humana, todavía tierna, y varias calaveras. En un armario hallaron varios miembros humanos en estado de descomposición. De la barra de la cortina de la ducha colgaba un esqueleto casi completo y, en otra habitación, una tétrica colección de órganos sexuales masculinos amputados y conservados en jarrones con formol, donde Dahmer solía masturbarse.
En su conjunto, la casa en todos sus rincones era un lugar de verdadera pesadilla.
La mayoría de víctimas del carnicero de Milwaukee pertenecían a minorías étnicas por las que la policía no se preocupaba demasiado, las investigaciones sobre las desapariciones quedaban enterradas entre papeleo “más importante”, ya que de haberse puesto a investigar en serio, hubiese sido bastante fácil para la policía dar con Jeffrey y evitar muchas muertes, ya que no era demasiado cuidadoso en nada de lo que hacía.
Cuando fue detenido, los policías que le entregaron a Konerak fueron suspendidos y Dahmer fue condenado a quince cadenas perpetuas consecutivas, de las que solo cumpliría un par de años, ya que el 23 de noviembre de 1994, un preso esquizofrénico le machacó la cabeza acabando con él.

John Wayne Gacy ¨El payaso asesino¨
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Amigo, payaso, asesino

Gacy era un buen tipo, muchos lo consideraban como “un vecino modelo”. Atento, amable, siempre dispuesto a colaborar de forma desinteresada con las asociaciones para la mejora de la comunidad. Todo un ejemplo de ciudadano, a no ser, claro está, por las decenas de cadáveres que aparecieron, como el que no quiere la cosa, bajo su casa…
Casado, con dos hijos y homosexual reprimido, a los 26 años intentó abusar de un jovencito al que maniató. Todavía inexperto en esto de los asesinatos, el jovencito se escapó, lo denunció a la policía y el bueno de Wayne fue a parar con sus huesos en la cárcel. Lo condenaron a diez años de prisión, pero al igual que en su vida pública, Gacy fue en recluso modelo y consiguió que a los 18 meses de estar en prisión lo dejaran en libertad. Salió el 18 de junio de 1970.
Tras salir de prisión volvió a sus quehaceres, se reintegró, levantó un negocio próspero que daba trabajo, como no, a los jovencitos del barrio. Daba fiestas en su jardín multitudinarias a las que acudían las almas más piadosas de los alrededores, gente de las asociaciones en las que Gacy trabajaba, como la Defensa Civil de Chicago o los Jaycees, una especie de cámara de comercio para la juventud, y si todo esto es poco, se enfundaba su disfraz de Pogo, un payaso más terrorífico que divertido, y acudía en sus ratos libres a entretener a los niños de los hospitales y orfanatos cercanos. Un buen disfraz sin duda: ¿Quién iba a pensar que tras aquel payaso se escondía un violador, asesino y maníaco en potencia?
En 1972 se casó de nuevo con una tal Carole Hoff, divorciada y con dos hijas, que pese a conocer el motivo por el que Gacy fue encarcelado, no le dio más importancia pensando que fue algo pasajero y que aquel buen hombre no volvería a cometer los mismos errores. Craso error de Carole, por supuesto, pues ese mismo año, Wayne Gacy cometería su primer asesinato.
Un joven con el que se había acostado en su propia casa, por la mañana, según relató Gacy, lo encontró con un cuchillo en la mano, pensando que el joven quería robarle, entablaron una lucha y Gacy lo mató… éste seguro que no lo denunciaba como el anterior.
A Gacy siempre le gustaron los negocios. El padre de su primera mujer era director de zona de las filiales del Kentucky Fried Chicken, y uno de estos restaurantes fue el primer negocio que dirigió. Tras varios intentos fallidos, en 1974 creó la empresa de constructores, Painting, Decorating and Maintenance Contractors, Inc. De nuevo, la particularidad de la empresa es que toda la plantilla eran jovencitos apuestos. El comentaba que así  menos impuestos, aunque la realidad era bien distinta, pues la verdadera finalidad era usarlos para sus prácticas sexuales. Muchos de estos trabajadores se convirtieron en sus víctimas y acabaron a un par de palmos bajo el suelo del sótano de su casa.
John Wayne Gacy no era ningún portento de la belleza, era un tipo más bien gordo y bajo, afable y, eso sí, con pinta de una muy buena persona. Cuando no se hallaba ocupado en abusar y en hacer desaparecer a alguno de sus trabajadores, salía de caza. Acudía a lugares de encuentros homosexuales, donde seleccionaba a sus víctimas. Los llevaba a su casa, donde los maniataba, torturaba, sodomizaba y al final, estrangulaba.
El sótano de Gacy ya estaba repleto de cadáveres. El buscar un hueco libre para enterrarlos llegó a convertirse en todo un problema, de modo que comenzó a arrojar cadáveres al cercano rio Des Plaines.
Ciertamente, a Gacy tampoco parecía preocuparle demasiado la discreción en aquellos tiempos y nunca fue un lince ocultando sus atrocidades. Los rumores y los dedos acusadores no tardaron en señalarle cuando comenzó a llevar a casa a sus víctimas a plena luz del día, y más cuando un buen número de sus empleados habían desaparecido sin dejar rastro.
La desaparición de Robert Piest, su última víctima, fue la que puso a la policía sobre su pista. La madre de Piest le estuvo esperando el 11 de diciembre de 1978, el día de su cumpleaños, pero Gacy se anticipó y realizó su macabra celebración. La madre, cuando denunció su desaparición, dijo que el chico había ido a un aparcamiento a verse con un contratista para un empleo de verano. Pies trabajaba en un Drugstore y allí informaron a la policía de que Gacy había estado en la tienda realizando un presupuesto de reformas. Tirando del hilo poco a poco, todo condujo a Gacy.
En su casa encontraron 33 cuerpos y todo un catálogo de efectos personales para identificarlos. El payaso asesino había conservado trofeos de casi todas sus víctimas, aunque ni tan siquiera recordaba el nombre de la mayoría. En su desfachatez, incluso llegó a vender el coche de uno de sus asesinados a un empleado. Nunca se ha sabido a ciencia cierta a cuantas personas mató Wayne Gacy.
John Wayne Gacy fue un psicópata sin ningún tipo de remordimientos, frio y despiadado y con una gran capacidad de convicción para hacer creer a todo el mundo lo que querían. Su doble vida fue el papel de su vida, una actuación perfecta que mantuvo casi indemne hasta que lo atraparon. Fue ejecutado por inyección letal el 9 de mayo de 1994, sin el más mínimo atisbo de arrepentimiento sobre ninguno de sus asesinatos. Sus últimas palabras fueron: “Besadme el culo”

Tecnicas Criminalisticas

Gracias a la criminalística, la investigación policial se ve avalada por técnicas reconocidas e indesmentibles, basadas en el conocimiento y experimentación científica.
Los principios fundamentales del proceso criminalístico incluyen:
Protección del lugar de los hechos
Observación del lugar de los hechos
cuyas características son:
 Metódica.
 Completa.
 Profunda.
 Minuciosa.
 Repetitiva.
La observación puede ser:
Directa.- Realizada macroscópicamente y sin instrumentos de ayuda, entran en juego los sentidos del observador.
Indirecta.- Realizada con ayuda de implementos, tales como el microscopio, lámparas con diferentes tipos de filtros de luz, lupas, uso de reactivos químicos (luminol), equipos de visión nocturna, etc.Fijación del lugar de los hechos
Aplicación de técnicas que registran las características generales y particulares del lugar de los hechos, con sus diversas variantes que son:
1.- Descripción escrita. Por medio de la palabra escrita, se considera todo lo observado, de lo general a lo particular, en forma clara, directa, exhaustiva, concreta y objetiva.
2.- Fijación fotográfica. Es fija y con movimientos: empleada para transmitir mediante imágenes reales la situación, ubicación y posición de personas, objetos y todo aquello que se localice en el mismo. Se deben cubrir todos sus aspectos de tomas: generales, medias o relacionadas, acercamientos y grandes acercamientos.
En todas las fotografías se debe utilizar el testigo milimétrico, en el que se asienta la fecha, el número de Averiguación Previa y el nombre del perito que interviene. Además, se deberán registrar los datos desde donde se tomaron las fotografías.
3.- Planimetría: Es considerada como el esqueleto de la descripción del lugar de los hechos; a través del dibujo nos suministra distancias y complementa la descripción escrita dándonos una idea exacta del lugar de los hechos e indicios encontrados.
  
4.- Moldeado.- Se utiliza para obtener la reproducción en sus tres dimensiones de alguna impresión, con el objeto de obtener una réplica de los indicios que pueden llegar a ser destruidos por descuido o intencionalmente durante la manipulación o el traslado al laboratorio .

Cuando en terreno blando se encuentran huellas de pisadas o vehículos o en soportes sólidos se aprecian huellas de fractura, además de describirlas, es conveniente sacarles el respectivo molde, pues éste complementa valiosamente los procedimientos referidos. La importancia del moldeado de huellas encontradas en el Lugar de los Hechos y las de objetos que pueden tener relación con el ilícito es para proceder a la confronta. Algunas impresiones susceptibles de ser moldeadas son las marcas de herramienta, neumáticos, pisadas o cualquiera otra hecha por un material duro sobre un material blando.
5.- Maqueta: Técnica empleada para conocer el Lugar de los Hechos y áreas circundantes a través del armado de esquemas tridimensionales a escala.

6.- Técnicas mixtas de fijación y reconstrucción: que consiste en utilizar o acoplar dos técnicas diferentes para poder hacer una fijación o representación de algún hecho.
Evidentemente no es posible indicar cuál de los métodos referidos es el más conveniente de aplicarse a la fijación de un lugar de los hechos, ya que cada uno de ellos complementa a los restantes, de acuerdo al tipo de ilícito que se investigue. Por el contrario, se hace hincapié en que la combinación de todos los procedimientos permitirá una fijación más fiel de la realidad.
Ahora bien, independientemente de los métodos hasta aquí descritos para fijar el lugar de los hechos, la Criminalística debe beneficiarse con los adelantos tecnológicos que se emplean no sólo en otras ciencias, sino también de aquellas que muchas de las veces son utilizadas para el esparcimiento y fomento de la creatividad del ser humano, tal es el caso de la videocámara, la cámara digital, los diferentes programas de computación y los resultados que se originan a partir de su aplicación.
Así, con sentido realista y a la vez favorable para justificar la presencia de la video filmación y la cámara digital como una alternativa más para el registro objetivo del espacio físico considerado como "Lugar de los Hechos", lo constituyen las acciones más complejas que subyacen en el manejo adecuado de los dispositivos de una cámara fotográfica, mismos que a nivel de la cámara de video filmación, se encuentran simplificados con mayores posibilidades de maniobrabilidad.
No debe asumirse la idea de que la video grabación y fijación computarizada de la cámara digital representa un sustituto de los métodos referidos de forma somera, insisto en la necesidad de combinarlos para integrar posibilidades más claras de la actividad investigadora en la Criminalística.
No pasa por alto los contra o "inconvenientes" que por la falibilidad humana, se dice tienen la fijación por video filmación y cámara digital, por cuanto a la manipulación que del material se puede llevar a cabo. Sin embargo, es posible aprovechar éstos recursos tecnológicos, si el actuar del Ministerio Público y de sus auxiliares (peritos) se ajusta a la observancia de la cadena de custodia, es decir, que cuando se haga uso de la videograbadora y de la cámara digital, el representante social tenga el debido cuidado de fedatar los contenidos, duración, etc., y además asegure los mecanismos para garantizar que no hay posibilidad de agregar o quitar información, dicho acervo probatorio lejos de restársele valor, es posible legalmente que alcance el valor de prueba, pues el Ministerio Público es el depositario de tales indicios y en su presencia fueron adquiridos.
De existir la necesidad de estudiar en el laboratorio el material obtenido a través de la cámara videograbadora o digital, es necesario que el Ministerio Público en su oficio de petición de intervención pericial, fije fecha y hora para que ante su presencia, los peritos lleven a cabo el "vaciado" de la información a medios seguros tales como que del videocasete se elabore una copia, y de la tarjeta de memoria de la cámara digital y se "vacíe" a un disco compacto no reescribible y se de fe de tal evento; lo anterior, independientemente de que el perito, en su dictamen haga saber la forma, modo y operaciones que llevó a cabo del material extraído de dichas cámaras como lo es de los cassettes y memorias.
La incorporación de recursos y medios que favorezcan la consolidación de procesos encaminados a la fijación del lugar de los hechos, debe ser considerada seriamente, pues de ello depende la no-afectación de uno de los bienes jurídicos más importantes para el ser humano, la libertad.

Levantamiento de indicios
Al examinar y evaluar el "Lugar de los hechos", nos damos cuenta de que lo ideal es registrarlo por escrito y fijarlo fotográficamente antes de que sea alterado de una manera u otra. Es conocida la responsabilidad del criminalista de campo de colectar e identificar por separado para luego embalar el indicio, el cual una vez fedatado se enviará por petición expresa al laboratorio o lugar de almacenaje.
Comúnmente tenemos sólo una oportunidad de llevar a cabo esta tarea en forma correcta, si cometemos errores o utilizamos procedimientos incorrectos podemos tal vez destruir o disminuir en algo el valor probatorio del indicio, por lo tanto, será el criminalista de campo el que como experto, sea el único que deba llevar a cabo tal tarea en ausencia del especialista de alguna de las áreas que conforman la Criminalística, y ello lo hará cuidando los aspectos siguientes:

  Siempre usar guantes y fijar antes de colectar.
  Todo instrumento usado para levantar un indicio debe lavarse antes y después de usarlo para evitar contaminaciones.
  Colectar todos los indicios.
  Para objetos muy pequeños usar las pinzas o colectar todo el objeto.
  Si al colectar algún indicio este se daña, reportarlo por escrito.
  Manejar con precaución las armas de fuego.
  Recoger toda muestra representativa que permita realizar exámenes de orientación o fundamentales.
  De ser posible levantar muestras para exámenes confirmatorios.
Con relación a la colección y preservación de indicios las pruebas físicas pueden sufrir cambios o modificaciones por razones o motivos diversos, como pueden ser:
1. Por pérdida mecánica, como podría ser la de un fino polvo a través de un pequeño agujero o fisura en un sobre.
2. Por evaporación o escape de un líquido de un recipiente sin tapa o de paredes porosas.
3. Por contaminación química o bacteriológica, debido a la utilización de recipientes sucios.
4. Por cambios resultantes al mezclar pruebas provenientes de varios orígenes cuando se utiliza un envase común.
5. Alteración sufrida cuando inconscientemente se ocasiona un nuevo doblez en un documento, un corte o desgarro en una vestimenta, etc.
En general, las medidas que tienden a reducir o eliminar las posibles alteraciones señaladas deberá ceñirse a un orden preestablecido, a saber:
Orden de levantamiento de indicios:
- Biológicos (manchas húmedas de sangre o semen sobre telas, objetos, muebles, paredes o sobre instrumentos utilizados para la comisión del ilícito que se investiga).
- Cuerpos grandes y móviles (armas, pinturas, casquillos, documentos, madera, vidrios, etc.). Después de ser fijados, deben colocarse los objetos en recipientes adecuados con datos de identificación y trasladados al laboratorio para su análisis y búsqueda de huellas latentes o cualquier otro indicio macro o microscópico que pueda ser útil para la investigación.
- Material menos visible (polvos, pelos, fibras, etc.). Los que son obtenidos por el criminalista de campo al realizar una búsqueda minuciosa en el "Lugar de los Hechos" previa a cualquier contaminación.
- Huellas dactilares con reactivos. Deben ser buscadas en sitios donde exista la probabilidad de hallarlas y que no sean susceptibles de un fácil manejo para poder ser llevados al laboratorio para su estudio correspondiente; y sólo dará lugar a la intervención del experto después de la búsqueda, fijación y colección de indicios que pudieran sufrir alteración por la aplicación de los reactivos.
Para llevar a cabo la colección y embalaje de indicios existen técnicas especiales para cada tipo, las cuales nos permiten colectarlos y embalarlos sin que sufran alteración o daño; la necesidad de personal especializado para la colección de algunos indicios depende del grado de pericia relativa y del equipo especial que se requiera.
Reconocer, recoger y conservar los materiales probatorios, son prácticas esenciales para el trabajo de todo Criminalista de Campo, éste debe saber los métodos prácticos de conservar los indicios, cómo y dónde identificarlos; y los métodos de embalaje y envío a su destino.
Como estándar en el embalaje del indicio, se tiene:
1 Marcas en los indicios: Deben ser permanentes (usar lápices de carburo de tungsteno, estiletes, rayador, pluma, etc.); el tamaño de las marcas debe ser de acuerdo al tamaño del indicio; las marcas deben hacerse en lugares fijos.
2 Las bolsas, cajas, sobres y cualquier otro material en el que se embalen los indicios deben llevar etiquetas.
VI. Embalaje.
A medida que el indicio va siendo recogido, el mismo puede ir siendo envasado para su envío o transporte al laboratorio. La naturaleza de los envases y la técnica del embalaje dependerá, en cierto modo, de las circunstancias particulares del caso, por lo tanto, el embalaje se llevará a cabo de la manera siguiente:
- Individual.
- En empaques limpios.
- Envases y contenedores deben ser de tamaño apropiado.
- Sellar y engrapar.
- Con el correspondiente etiquetado.
Etiquetado
Como ya se dijo, en el "Lugar de los hechos" generalmente se localiza más de un indicio y varios tipos de ellos, por lo que es necesario que al colectarse y trasladarse, éstos sean además de marcados, etiquetados para su posterior identificación, ubicación y relación con la posible mecánica del hecho, y en el espacio físico del mismo. Permitiendo además garantizar que dicho indicio haya sido colectado del lugar de los hechos y fedatado por el Ministerio Público.
El etiquetado se realiza sobre el material de embalaje del indicio y el mínimo de datos es:
  Nombre del perito.
  Número de Averiguación Previa.
  Número de indicio.
  Clase de indicio.
  Cantidad y calidad.
  Lugar de donde se recogió.
  Huellas o características que presenta.
  Fecha y hora exacta.
  Nombre de la autoridad que dirige la investigación.
  Firma de acuse de recibo de la autoridad que dirige la investigación
 Cadena de custodia
Es el seguimiento que se da al indicio desde su descubrimiento hasta que se somete a la consideración del Juez y se determina su destino final. Para considerar que se ha cumplido con la cadena de custodia, en el expediente deberá existir:
1 Anotación de persona o personas que estuvieron en el lugar de los hechos y el manejo que se dio al indicio.
2 Nombre de la autoridad que mantiene la custodia del indicio.
3 Si el indicio dejó de estar bajo su control, la anotación respecto de la hora y fecha, de a quién se le entregó y la razón.
4 Anotación del tratamiento que se le dio al indicio y las condiciones en que fue devuelto el mismo.
5 El reporte de cualquier alteración.

Suministro de indicios al laboratorio

Debe quedar asentado en actuaciones la razón ministerial que autoriza y refiera el transporte y suministro de indicios al laboratorio, con las anotaciones siguientes:
1 Nombre y firma de quien los transporta y la calidad con que lo hace (cargo o nombramiento) para efectos de preservar la cadena de custodia.
2 Listado de indicios.
3 Especificación para los casos en que se requiera un manejo especial.
La intervención pericial en materia de Criminalística de Campo en el "Lugar de los hechos" se da cuando se lleva a cabo la diligencia de inspección (ministerial o judicial) que es un acto por cuyo medio se comprueba o se asegura la existencia de ciertos hechos.
Sucede a menudo que para el desarrollo de la diligencia de inspección y cuando se trata de asuntos, al parecer de poca importancia, quien dirige la investigación (Ministerio Público o Juez) encomienda esta operación a auxiliares de un orden inferior, práctica que a todas luces es viciosa, porque si bien es cierto que las declaraciones de éstos (secretarios de acuerdos por ejemplo), gozan de fe pública y sirven de testimonio (en caso de los peritos) de la existencia de los hechos, cuya certeza se busca. No es menos cierto que en tal caso, no hay comprobación ministerial o judicial propiamente dicha, aquella que hace plena fe, porque emana de un funcionario altamente imparcial, que conoce toda la importancia del acto que precede, que sabe perfectamente sobre qué puntos debe recaer su examen y cuya veracidad es inmediatamente después atestiguada por el secretario.
Sería pues, muy fácil dirigir justas censuras contra las inspecciones hechas por la sola asistencia del secretario oficial del Ministerio Público o sus auxiliares (peritos o policía) o por los secretarios de acuerdos del juzgado, quienes raras veces, fuerza es decirlo, pueden proceder con la calma e inteligente circunspección de quien dirige la investigación.

Este medio de prueba produce resultados tanto más fundados en verosimilitud, cuanto que el acta es redactada en el mismo lugar de los hechos e inmediatamente después de terminado el examen técnico pericial previniendo de este modo los olvidos tan fáciles de una memoria infiel, y los vacíos que más tarde la imaginación sola tendría que llenar.
Esta acta circunstanciada debe ser redactada con extremada claridad, de suerte que el funcionario que dirige la investigación debe hacerse acompañar de peritos, que lo auxilien para lograr una reproducción palpable y completa de los hechos y es por lo tanto conveniente no descuidar ninguna de las aclaraciones que les son inherentes, tales como croquis, planos, etc.
La importancia de la intervención del perito en Criminalística de Campo, redunda en lograr que la comprobación ministerial o judicial se dé, de acuerdo a la exigencia de dar la mayor celeridad posible, y es de suma importancia que las cosas permanezcan en su estado primitivo, y que ninguna alteración pueda hacerlas mirar desde un punto de vista equivocado.
Debe ser necesaria la asociación de peritos de diversas especialidades, el Ministerio Público o el Juez debe hacer vigilar el sitio e impedir todo movimiento antes de la llegada de aquellos.
A menudo, los elementos de indicios tangibles y la información descriptiva derivados de una investigación del lugar de los hechos colectados por el perito criminalista de campo, son el factor que determina el éxito cuando un caso es llevado hasta un proceso penal.
Con la acrecentada capacidad de las ciencias forenses modernas, mucha más atención debe dedicarse al "lugar de los hechos" para localizar, recuperar y documentar indicios que serán examinados por peritos en el laboratorio forense y usados por los órganos encargados de la procuración e impartición de justicia.
La habilidad del laboratorio en proporcionar interpretaciones científicas depende en gran medida de la fijación, colección, embalaje y documentación de los indicios en el "lugar de los hechos".
El criminalista de campo es parte integral del equipo de ciencias forenses tanto como lo es el hombre de ciencia que trabaja en el laboratorio, si no maneja bien la recolección de indicios en el lugar de los hechos, el trabajo del laboratorio forense se verá obstaculizado o hasta anulado.
Por lo tanto, para obtener un valor óptimo de los indicios recogidos en el lugar de los hechos, cada uno de los aspectos que abarca este procedimiento deberá ser planeado y organizado con gran cuidado.
El Criminalista al realizar su trabajo deberá observar y dar respuesta a las "siete preguntas de oro de la Criminalística":
1. ¿Qué?
2. ¿Quién?
3. ¿Cuándo?
4. ¿Cómo?
5. ¿Dónde?
6. ¿Con qué?
7. ¿Por qué?
Para dar respuesta a estas preguntas el Criminalista se orienta y fundamenta en los resultados que arrojen las demás disciplinas que hayan intervenido, esto es, el criminalista debe usar como parte del sustento para emitir sus conclusiones, los dictámenes periciales de las diversas especialidades, que a modo de ejemplo sería de la Química Forense, Medicina Forense, Genética Forense, Balística Forense, Dactiloscopía, etcétera.